La región de Occitania es conocida por su rico terruño que la hace famosa, especialmente en torno al pato. Y, sin embargo, es imposible recorrer las carreteras occitanas sin pasar por Castelnaudary.

Como cassoulet capital del mundo, Castelnaudary Defiende muy bien su poquito de grasa y brilla más allá de las fronteras. Y rápidamente descubrirás por qué.

Cassoulet de Castelnaudary: renombre internacional

¿Cómo describir un cassoulet? ¿Un cassoulet auténtico, bueno y sabroso? Su color ? Su olor ? ¡Pues sí, todo eso de una vez!

Todo el saber hacer de la receta se remonta a Edad Media...y los fervientes defensores de hoy cultivan la receta tradicional para el deleite de nuestro paladar.

Olivier Alvear
Cassoulet
Olivier Alvear
Frijol lingote

El secreto ? Un plato cocinado a fuego lento en cacerola, de frijoles en lingotes ligero y derretido cultivado por nuestros agricultores de Lauragais, carne (aves y cerdo) y… ¡mucho amor!

Los dulces de Castelnaudary

Evidentemente, cuando pensamos en Castelnaudary, instintivamente es el cassoulet el que destaca y el que tiende a comerse al resto. Además, ¿sabías que el cassoulet tiene una versión dulce? No tengas miedo, el cassoulet congelado se llama así sólo por su apariencia. Se trata de un helado con base de turrón en forma de cazo.

Hervé Leclair Asphéries

versión dulce

Muy popular en la temporada de verano, está perfumado con diferentes aromas : ron con pasas, limón, vainilla… ¿y por qué no dejarse tentar por el helado de judías? ¡Sí, existe!

Entre las especialidades dulces encontramos la repostería muy antigua: glorias y las Aleluyas. Las Glorias es un pequeño pastelito aromatizado con limón y almendras y el Aleluya, una galleta seca aromatizada con cidra.

Se dice que hacia 1800, un soldado del Imperio que pasó por allí le dio la receta al pastelero Izard. Cuando el Papa Pío VII lo visitó en 1814, alojándose en la posada frente a la fábrica, el pastelero Izard le ofreció sus especialidades. El Papa gritó Aleluya !

Las dos hermanas Izard, que guardaban el secreto de la receta, tuvieron que transmitirla al pastelero Cornu, quien se la entregó a Gaston Boyer, quien luego se la legó a su nieto, Thierry Belloc.

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